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Existen miles de formas de enseñar, por ello no es posible realizar una guía definitiva para ello. Lo que si debe existir en la forma de enseñar es el amor, esto nos demuestra que se debe realizar un compromiso interno para solventar las necesidades de un otro que esta en formación. Dicho compromiso amerita tener conocimiento de la vida y experiencias previas de quien estamos enseñando, solo así podremos empatizar con los rasgos propios y visión de vida que este posee.Tomando el amor como concepto primordial debemos ser capaces de crear lazos que inviten a la persona a educarse en un ambiente sin barreras en donde la principal cuestión sea su bienestar. Estamos claros que esta no es una tarea fácil pues requiere controlar variables muchas veces que no son abordables por una sola persona, he aquí la necesidad de contar con equipos multidisciplinarios que deberán coordinarse de tal manera que el amor sea la principal herramienta para su trabajo.
El amor en la enseñanza debe cobijar y resguardar el bienestar como ya se enunció anteriormente, pero también el amor debe ser capaz de otorgar herramientas para la autonomía, potenciando las habilidades y destrezas de quien necesita educarse. Se debe ser cuidadoso de no caer en un asistencialismo por confundir el amor con una burbuja protectora del entono desfavorable que muchos de los educando viven, más bien el amor debe ser capaz de tener la dualidad necesaria para reconocer las barreras como oportunidades de mejora para una formación integral.
Dar la mano como soltarla son procesos que incluyen el amor de por medio. Es así que un ave una vez que adquiere la capacidad de vuelo debe volar por si sola.
Rodrigo Frez Berríos educador diferencial especialista en dificultades de aprendizaje y discapacidad.
Director de sindiscapacidad
